Tengo claro que hablar de prejuicios
daría para llenar varios libros con ejemplos del día a día, y que tratar de
reducirlo a un post como este es bastante osado por mi parte, pero no por ello
quiero evitar un tema que, al igual que ciertos estereotipos, son un
impedimento a la hora de avanzar, tanto individual como colectivamente.
La idea de este texto surgió gracias a la última canción publicada por uno de mis grupos favoritos, Txarango, que se
despedía esta semana por tiempo indefinido dejando un vídeo que recomiendo ver
a todo el mundo. Precisamente, hablo de prejuicios aquí y ahora porque sé que
muchos no han querido ni querrán ver dicho vídeo, ya que Txarango es un grupo catalán,
independentista y bastante “perroflauta”,
lo cual reduce mucho su público, por desgracia. Y eso que el 99% de sus
canciones no tienen ningún tinte político, simplemente son letras que hablan de alegría, de
amor y de disfrutar de la vida, algo con lo que me atrevería a decir que
coincidimos todos, pero que si nos lo hace llegar alguien que no es afín a nuestras
ideas, los prejuicios no nos dejan disfrutarlo.
Y, en este caso, hablamos de música, pero
este tipo de tabús nos privan de muchas de las mejores sensaciones que tenemos
en la vida, puesto que hay prejuicios que hacen que dejemos de conocer a
personas, lugares o situaciones increíbles, únicamente porque antes de conocer
ya hemos juzgado que eso no es para nosotros. Y claro, con toda la razón del mundo, no
vaya a ser que nos guste y tengamos que replantearnos muchas cosas o reflexionar
sobre si estamos equivocados en nuestras ideas. Qué pereza, ¿verdad?
Generalizar, prejuzgar y discriminar de
primeras es tomar el camino fácil, algo que se ha hecho toda la vida, pero que
en el siglo XXI se lleva aún más al extremo, ya que estamos tan pendientes de demostrar que tenemos una vida perfecta y no necesitamos nada nuevo en ella,
que rechazamos cualquier cosa que pueda alterar esa perfección, aunque sea algo
bueno, pero si no está dentro de esa famosa ‘zona de confort’ no es para
nosotros.
He leído un estudio cuya conclusión es
que “las personas con prejuicios están en desventaja porque no aprenden nada
nuevo y suelen perder oportunidades,” y no puedo estar más de acuerdo, a pesar
de ser el primero que seguro tiene mil prejuicios, como todos, pero que hace lo
posible por ir quitándolos poco a poco. Dicho estudio asegura que los
prejuicios únicamente podrían ser útiles a corto plazo, pero como no nos dejan
aprender de los errores, son las estrategias a largo plazo las más eficientes.
Y es que es la propia vida la que nos va
enseñando lo equivocados que estamos con los prejuicios, pues una vez que te
quitas la venda y te arriesgas a disfrutar, conoces esas canciones, esas
personas o esas sensaciones que cambian tu vida para siempre, y normalmente a
mejor.
Por cierto, esa venda que no nos deja ver
está hecha de mil cosas distintas, desde ideas políticas hasta ideas sociales,
pasando por la forma en la que hemos sido educados. Llega un momento en la vida
en el que tenemos que empezar a tomar nuestras propias decisiones y vivir por
nosotros mismos, aunque eso signifique cuestionar lo que hemos dado por bueno
tantos años, o más bien lo que otros nos han dado por bueno.
“El prejuicio es una carga que confunde
el pasado, amenaza el futuro y hace inaccesible el presente”
-Maya Angelou-